jueves, 28 de julio de 2016

Luis

uf... hace tanto que no paso por esta dimensión...
Es que hay cosas que encienden la mecha...

Hace un rato estuvo Luis, hablando tan bien como siempre lo hace.
Y como cada vez que lo veo, que lo escucho, irrumpen los recuerdos de cuando aquella primera vez, con ansiedad, esperaba conocer su rostro.

Qué tiempos esos... tan, tan, lejanos...
Lo recuerdo así. Un día se anunció una charla. En el centro, no me acuerdo sobre qué o sobre quién. Pero él iba a estar. Saldría de su escondite de noticias solo para mí. Digo, solo para mí "saldría" de dónde no estaba escondido. Es que así era antes: a pesar de leerlo todas las semanas, a pesar de conocer y compartir su mirada del mundo, no conocía su cara. En aquella época sin internet la huella la tenían que labrar las palabras, no las imágenes. Las palabras dan marco, contexto, historia en cada frase. Las palabras dan tiempo para pensar qué decir, cómo decirlo, dónde, cuándo, para quién.
Una foto no exige nada. Una imagen, lo que mejor sabe hacer, es ocultar.

Subía por Corrientes desde el bajo, por primera vez de la mano de ese amor, en esa nuestra primera salida juntos. Ese amor que duró lo que duró a pesar de haberlo esperado tanto. Íbamos haciendo apuestas, ¿sería morocho o rubio? ¿Usaría lentes o no? ¿Alto o bajo? ¿Gordo o flaco?
Acerté, creo recordar, en casi todo. Pero igual no era importante, por que era solo su imagen. Y tampoco importaba ganar: ya se sabe que cuando una está enamorada, las palabras son solo abrazos tácitos.

Pasó ya tanto tiempo... Ahora, escuchándolo, se me antoja una pasado único, como una gran gran panorámica donde todos mis recuerdos conviven en un mismo instante. Y Luis está hablando, y yo lo estoy leyendo, y camino de la mano siguiendo al amor, y me subo al avión, y duermo en el Sena, y vuelvo a casa, y los que no están no se fueron, y...

Bueno, a veces las imágenes juegan su mejor papel e invitan a soñar...
buenas noches.

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