domingo, 23 de septiembre de 2012

Seymour Glass y el paso de los días

Un día una amiga me pasa un libro del que postergo su lectura por no se sabe qué razón. Está ahí, dando vueltas, arriba de la mesa de luz o del escritorio o del mueblecito del líving, esperando. Hasta que otro día cualquiera, para no hacer lo que siempre hago, lo busco, lo guardo en la mochila y subo al colectivo para atravesar la ciudad en un viaje de una hora.

Un libro no debería empezar con el cuento perfecto. Y los cuentos perfectos no pueden leerse en el 71. Esa es la primera moraleja.
Repleta de una inconmensurable ignorancia, cerré Nueve cuentos de J.D.Salinger (de ese extraordinario libro estoy intentando hablar), conmovida hasta el infinito por la muerte de Seymour. No iba a leer nada más ese día: no podía hacerlo porque tenía que asimilar las tres "partes" de ese relato; obviamente y con mayor dolor, la última.
Un par de días después, comento con mi hermana la genialidad de Un día perfecto para el pez banana, y voy dejando abierto el próximo ataque a su biblioteca donde seguro habrá más Salinger para cuando termine con los ocho cuentos restantes.
- ¿Te acordás de ese cuento?, le digo y su respuesta me abrió de un golpe seco un mundo nuevo: "¿Cuál? porque son varios y como muchos son parte de una saga familiar que desparramó en varios libros..."
DIOS SANTO!
¿había una familia detrás de Seymour?
¿cómo pude vivir desconociendo esto?
¿dónde estaba, en que estaba pensando cuando SIN DUDA aparecieron las miles de menciones a esta forma de narrar, a esta familia?

Un día, la familia Glass llegó a mi vida, a esta vida que avanza, ahora me vengo a enterar, con anteojeras.
Salud por todo lo que falta por descubrir!
Los descubrimientos maravillosos hinchan las velas de los aventureros más remolones...