lunes, 14 de junio de 2010

tránsito

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La abúlica pasividad de la rutina, por fin, decanta.
Parece que no se mueve, parece que no muta, pero tarde o temprano, deviene en porvenir.
Digo: por venir.

Me agobia levantarme a la misma hora, tomar ese colectivo o aquel otro, llegar siempre los mismos minutos tarde, hacer la mismas pruebas (o unas semejantes) en ese programa en constante metamorfosis (ya casi es un monstruo), me embola tener que zigzaguear los intentos para que trabaje el doble por la misma paga, me irritan esos cinco o diez minutos de más que nos obligan a quedarnos para preguntar: "¿qué tal estuvo el día?". La caminata de vuelta, el colectivo de vuelta, las compras (¿es que siempre falta algo en esta bendita casa?). Las mismas cinco horas libres para intentar reparar tanta estupidez empresarial. Las mismas cinco, porque son las mismas, de lunes a viernes, iguales, idénticas.

Ya casi no leo, ya casi no escribo, ya casi no voy a eventos sociales porque me perecen tan, tan iguales a si mismos.

En circunstancias normales me mudaría de barrio, de provincia, de país, de continente. Ya lo hice dos veces, hace 20 años, hace 10 años. No sirve, claro. Tampoco sirve.

Recomiendan nuevos estímulos, nuevos roces, nuevos tactos, nuevas miradas, nuevos sabores, nuevos ritmos. ¿Pero no será el siempre-no-oler lo que me complica la vida? El siempre no...

"R e v o l u c i o n e s s e b u s c a n"

Contemplo desde demasiado cerca a mi desosegado espíritu, otra vez, deseando extranjerías...
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domingo, 6 de junio de 2010

Solo el amor

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Esta bien, es domingo a la noche, el ánimo es de domingo a la noche y me da remordimientos tener el blog tan abandonado. Quizás por eso, sepan disculpar, esta confesión trasnochada y simplota que aquí me pongo a cantar.
Para mí, a pesar de tanto desastre, a pesar de mi actual inmovilidad (ando un poco solita, y si), a pesar de lo dura que es la rutina y la abstinencia, a pesar o quizás por eso, estoy absolutamente convencida de que lo más importante y motivador del mundo es el amor. Ese amor difícil, ese amor que complica, que duele a veces, que transforma siempre y que nos hace completamente felices y plenos en alguno de sus pocos momentos de clímax. Solo el amor.
Por eso, solamente por eso, en estos días en que arrebatos de odio demuelen brotes de vida por doquier, hay dos cuestiones que me devuelven a lo simple.
En estos días, cuando el senado argentino está evaluando modificar la ley de matrimonio civil para que personas del mismo sexo puedan casarse, me cuesta entender que haya quienes se oponen. No se, me parece que es tan difícil encontrar el amor, el amor que moviliza, que completa, tan difícil y tan maravilloso, que no encuentro razones para oponerse a que aquellos que lo vivan, que lo sientan, lo celebren como se debe, sean Marta y Manuel, Manuel y Miguel o Marta y Mariana.
Privar a otros de la celebración de la alegría se está poniendo de moda, ¡qué porquería!

El otro hecho que me ayuda a sobrellevar este domingo nocturno tan cercado por la rutina, es pensar que tal vez, en unos meses, algo encaje correctamente en su sitio olvidado. Las Abuelas de Plaza de Mayo, nominadas al Nobel de la Paz, tal vez sean las elegidas y los cursos "naturales" del amor y de la historia alinearán su astros con la verdad que tranquiliza. Si, es cierto que si ese premio el año pasado lo ganó Obama ya tenemos mucho de valor perdido y desprestigio ganado. Pero ese premio para esas mujeres esculpidas en amor del bueno, será un premio capitalizable dentro de este país donde algunos sectores todavía las desprecian y difaman.
Dos hechos, domingo a la noche y solo un poco de amor para compartirles.
Nas'noches.
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