y como una gran revelación
supe que el punta a punta que teníamos
como dos latas unidas por un tenso hilo, en donde
funambuleaban nuestras alegrías y nuestros sueños,
pasó a ser un grito inaudible entre dos conocidos
parados en picos de montañas lejanas
con el hilo ya demasiado flojo,
con las miradas puestas en otros nortes,
o sures,
con los corazones llenos de pasados comunes
pero sin futuros probables.