lunes, 2 de abril de 2012

en el baño, o en el sillón mientras sonaba la trompeta de Miles, o en ascensor después de la breve incursión al reino de los cigarros rubios de medianoche; en alguno de esos lugares donde nada debería ser importante, ahí, justo ahí, el círculo de pensamientos contorsionistas tuvo su cierre.
Es que nunca se había arriesgado lo suficiente, en eso se resumía todo.


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