domingo, 11 de septiembre de 2011

Línea L. (final posible)

Una cierta indiferencia se ha instalado entre nosotros. Frialdad, abulia.
Esa última película de L. no era mala, tampoco buena; una actitud inaceptable para un hecho artístico. Es que si no empuja a la acción o no convoca a la reflexión, mejor no hubiera empezado. Es un pecado solo permitido a los culebrones de medianoche. Será tal vez que a este film lo alcanzó el desapego, o será que fue él el que lo parió ya entumecido.


Quizás es tiempo de detenerse, quizás es tiempo de seguir por un camino alternativo hasta que, quien sabe porqué extrañas circunstancias, volvamos a encontrarnos. Entonces L. será uno de esos viejos conocidos, una de esas tibiezas que seducen el alma cuando vaga perdida por lugares anónimos. Seremos dos extraños hermanados por una ilusión partida (compartida), vulnerable y loca, ansiosa siempre por renacer a pesar de y sin importar cuán.