domingo, 28 de agosto de 2011

Línea L.

Con L empieza su nombre. Un día lo vi y sentí algo. Claro, lo vi en la tele y no supe bien si era atracción o un poco de disgusto. Cada escena, que eran pocas, esperaba a que derrape, a que se le note lo mal actor. No pasó, y sin saber todavía que era lo que era, empecé a prestarle atención.
Un día le conté a mi hermana: “ese me gusta, bueno no sé si me gusta o me da asquito”. Mi hermana me hizo un gesto de desdén, tanto tiempo hace que me escucha. Me conoce.
Fue ella la que un día me dice: “salió un reportaje en el diario a ese que te gusta a vos” No nos criticamos, ella dice que su segundo marido es E., actor escocés de casi moda. Así que tengo dos cuñados. A veces nos sentimos solas o asoladas, resaca de nuestras infancias. Nos permitimos estos juegos, ¿por qué no?
Leo la nota y L. menciona una obra de teatro off que va por la cuarta temporada. No puede ser mala pero no quiero arrastrar a otros en el seguimiento de la línea L. Voy sola, está decidido. El primer viernes llueve, lo dejo para otro día. El siguiente viernes hace frío polar pero tres días antes una rotura del espejo me había dejado mucho más helada. Ese mágico cristal que devolvía seguridad se quebró cuando dos hombres armados irrumpieron en la oficina. No pasó nada, solo la angustia insoportable de saberse mortal. Ese viernes tenía que ir al teatro. No era tiempo de postergaciones, ni de encierros, ni de vagancia. Que el propio mundo pende de un hilo y hay que dejarse llevar, hay que dejarse vivir.
El juego de la Línea empieza en cualquier lado, por cualquier cosa y hay que seguirla hasta que se pierda. Esta línea, la L., va saltando entre lo conocido y lo ajeno. Si, no suena muy original, pero es así. En ese programa de la tele, el protagonista –que no es L.- lleva mi apellido. No es muy común, por eso la sorpresa. Lo ajeno y lo propio haciendo raras migas.
Viernes noche, primeros cinco minutos de la obra. Pensé lo peor. Otra de esas cosas under donde lo que parece decir algo en realidad no dice nada. Y de pronto se me vuela la cabeza. Más allá de las actuaciones –por cierto me da un poco de vergüenza tener a L. tan cerca, como si él supiera- está contada de manera genial. Al final resulta una obra under donde no dice lo que dice, obligándote a que las ideas se completen en tu cabeza y por lo tanto, haciéndote cómplice. Es una obra “nuestra”. Se prenden las luces y los aplausos son moderados. Yo creo que es por el shock.
Salgo a la calle, camino a la una y media de la mañana, sola, las 10 cuadras que hay desde el pequeño teatro hasta casa. Yo quiero escribir así. Yo quiero hacer eso con la escritura. Yo quiero ser la que es capaz de crear esos mundos.
Llego a casa y escribo tres hojas convulsionadas. Dos y media de la mañana salen en un mail para G.
Tres días después me pongo en contacto con C. una escritora con la que hace años hice mi primer taller. Vamos a juntarnos, ella y yo solas, a trabajar sobre mi escritura.
Primera parada de la línea L. Esto invita a no parar.

viernes, 26 de agosto de 2011

Taller (vi)

1.
Las respuestas se moldean a cuatro manos: dos del corazón, dos del raciocinio. A veces son demasiados veinte dedos y con una de cada lado basta. Lo malo es cuando responden dos derechas. ¡Ja!
Hay que hacer mucho ejercicio, siempre en movimiento esas manos, porque con el tiempo les puede dar artrosis. Entonces moldean poco. Devuelven respuestas estandarizadas. Si (tarjeta verde). No (tarjeta incendiada). También malo cuando solo responde el corazón o solo elabora respuestas el cerebro. Son pánfilas esas. Son previsibles. Llega una pregunta, entra una situación, se la pasa al cerebro, sabe de que se trata, la retiene, espera a que el corazón este libre, se la pasa, este la retiene, como que la macera,¿ vio?, la hace picar, la mueve, la gasta, se la pasa de nuevo al cerebro que mira, levanta la cabeza, traza un objetivo y ahí va! Gol! La respuesta atraviesa el arco, sigue de largo, entra en otro terreno, vienen algunos jugadores del partido anterior, otros no, hay nuevos. Partido diferente. ¿Vos querés jugar? ¿Estás en forma?
No.

jueves, 25 de agosto de 2011

Taller (v)

3.
Elegir el maestro es elegir ser alumno. Es optar por mirar desde atrás, protegido, casi tieso. Los deseos son los deseos del maestro. Vos crees que son tuyos pero no. Son de él. Para tener un maestro hay que saber colaborar. Hay que saber formar parte. Hay que saber quedarse. Vos no sabés porque nadie te enseñó. Vos no tenés padre. En mis sueños sí tengo padre.
No.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Taller (iv)

1.
Te veo, me ves, estamos sucios. La arcilla se mete en los poros, nos reseca la piel. Por eso siempre antes de gozarnos, primero nos ponemos crema. A vos te gusta sin olor, para mí todo es sin olor. Son las dos y salimos a comer con todos. Vos me mirás y yo me quedo tranquila. Tus ojos a veces son más efectivos que tus manos. Lo que menos me gusta de vos son tus palabras. Tenés muchas y son bastante vacías. Volvemos de comer con todos y vos te alejás rozándome los dedos. No te querés separar, querés que yo crea que no te querés alejar. Y te vas a esperar las seis entre unicornios de cerámica crudos. A las seis sale la segunda tanda del horno. Hoy fue un día productivo. Estamos cansados. No queremos coger. Esta noche, no.
No.

lunes, 22 de agosto de 2011

Otra tonta historia de no-amor

- Hola
Él responde hola coordinando una sonrisa laboral: no se cansa nunca de devolver un gesto amable a aquellos que lo reconocen por la calle. Quince años trabajando en teatro pero son los veinte minutos en la tele los que hacen el milagro.
Ella lo mira y enrojece, él sigue de largo ya que no hay pedido de foto con el celular, ni firma en agenda usada, ni preguntas sobre cómo sigue la novela. Ella apura dos pasos viendo que se le va.
- ¿Das clases de actuación? ¿particulares?
Supo en ese instante que sonaba a insinuación o peor aún, a entrega. Urgía la necesidad de corregir
- Lo digo en serio, nada raro, ¿eh?
Él la miraba más intrigado que interesado. Esa vocación por la experimentación, esa valentía ante lo desconocido, ese olor a reto que su instinto fino captaba.
- No. Pero puedo recomendarte a alguien si querés. Pero clases particulares de actuación no es muy… bueno.
Ella sintió el vértigo, podía seguir hablando, iba a meter la pata, sí claro que sí, pero ya tenía los suficientes años como para saber que ese partener desaparecería irremediablemente dos pasos adelante.
- Bueno. No, está bien, gracias. Era solo una… ¿Te puedo preguntar? Solo te cuento mi idea, tal vez sea muy loco.
Antes de que él comenzara a preocuparse o a trocar su interés en abulia, explicó:
- Necesito parecer valiente. No quiero ser valiente, solo parecerlo, construir un personaje que vaya de frente. Él, bueno, ella, osada ante miedos reales en situaciones reales, pero ella: nada, plástico moldeado. Eso. Sí, ya se –pero no sabía porque él la miraba con atención pero sin demostrar nada: lo mismo podía estar pensando “Dios, que loca”, como “Dios que ganas de ir al baño que tengo”- dirás que una buena terapia de cuatro o cinco años lo soluciona, ¿no? Pero no tengo tiempo…
Error: él podía interpretarlo como una enfermedad mortal o algo así, aunque su cara seguía sin demostrar nada. ¿Era el indicado? Después de todo, veinte minutos en la tele no alcanzaban para…
- Nada grave, nada... “terminal”, ¿eh? Es que tengo que resolverlo pronto, hoy, que se yo, ahora. Solo unas pocas clases, puedo pagarlas, no sé, vos marcás los tiempos, no sé, donde te venga más cómodo, vos sabrás, me parece que no hace falta que sea en una sala de ensayo, como… (otra vez sus ejemplos de conducción) aprender a manejar en la General Paz. ¿Es muy loco? –Ella no iba a decir patético.
Lo siguiente fue un gesto, de ella, entre gracioso y suplicante de comprensión. Él seguía inmóvil, mirándola.
- ¿Hablo demasiado? No soy una loca millonaria, excéntrica, aburrida y tonta. Es… una idea, solo eso…
Él no se movía, quién sabe si buscaba una respuesta o sería uno de esos pocos agraciados que no consideraba su obligación encontrar respuestas. De ser así, era el indicado.
Alguien debía romper ese espacio tan intenso como invisible y frágil que se había abierto. Ella no era valiente, le tocaba a él, ¿a él?
- Te dejo mi mail
¿Quién habló? ¿Él? ¿Ella? ¿Si es que se puede contagiar la valentía, la cobardía sería igual de infecciosa? ¿Cuándo es demasiado el ridículo? ¿Quién necesitaba alejarse?

domingo, 21 de agosto de 2011

Taller (iii)

2.
Si algo no está roto, igual tiene que ir al taller. Si vienen las musas que te encuentren trabajando. El hombre solo no es hombre completo. El artista es un hombre historizado. Tiene que conocer lo que fueron otros para ser distinto. Bendita virginidad de los que se creen únicos. No fueron a esos galpones donde alguien o alguienes les dicen que eso ya lo hicieron antes. “Mmm, eso ya lo hicieron antes”. El famoso mito de. Los griegos fueron los garcas. Con demasiado tiempo para pensar agotaron todas las ideas. El taller te ubica: no sos más que plástico moldeable por la historia o el paradigma. Solo podrás elegir el tipo de molde. Yo quiero ser un poco así, con pocas rectas, mucha curva, eso es bien de nenas. Todos saben que en el taller las cosas se transforman: cuando salís llevás una marca invisible que tarde o temprano saldrá a la luz. Ya no sos puro, pasaste por el taller. Alguien te puso las manos encima y dejaste de ser esa cosita inocente y pura que eras. ¿Vos querías ser pura, inocente o cosita?
No.

sábado, 20 de agosto de 2011

Taller (ii)

1.
Entro en el baño después que vos. Te enojas, me decís que estoy loca. Cierro la puerta con el pasador. Me decís que estoy loca, que soy una desubicada. Yo me río y te beso. Te dejás besar, me mordés el labio de abajo y me decis que estoy loca. Que pueden vernos. El baño tiene una pileta, un espejo, una ducha y un retrete. Vos le decís inodoro. Es un rectángulo que se agregó al lado del horno industrial con bloques de hormigón y techo de chapa. Es como un sauna donde el calor viene por ósmosis, por el techo o de nosotros. Vos me decís descontrolada, chiquilina, loca. Te beso, te toco, me pego a vos. Vos me besas y me decís loca. Me separás violentamente y me decis así no. Abrís la puerta, te vas, me decís no.
No.

viernes, 19 de agosto de 2011

taller (i)

Taller
(Del fr. atelier).
1. m. Lugar en que se trabaja una obra de manos.
2. m. Escuela o seminario de ciencias o de artes.
3. m. Conjunto de colaboradores de un maestro.

3.
Los límites se me confunden, siempre me pasa. Debo aprender a comportarme, debo cambiar. Primero tengo que aprender de quién aprender. Mamá está todo el día en el taller, cose para afuera, afuera. No sabe coser para adentro. Una vez me hizo un enterito y la primera vez que lo usé se me manchó con grasa. No lo pude usar más. Ella no me cosió más tampoco. Yo aprendo rápido, no le pedí otro. Ella se desloma en el taller, lo hace por nosotras. El taller es su pira de sacrificio, por nosotras. Papá no, papá se fue y no hace nada por o para nosotras.
Papá me enseñó que esto no puede ser todo. Que hay algo más. Papá tiene un par de alas para regalarme pero yo no las quiero querer porque mamá se enoja. Ella es el ejemplo, ella va al taller. Él solo se va. Se va.
No.

domingo, 7 de agosto de 2011

lo que queda

.
Todavía no sé por qué perdonamos a los alemanes.*
Tampoco entiendo por qué sus víctimas tomaron su mismo camino. No tan espantoso, no tan inhumano, pero sin duda, su mismo camino. O por lo menos, por sus mismas motivaciones.

Conozco las razones humanitarias de mi razón, entiendo las injustas trampas que tiende la generalización, pero con cada relato, con cada imagen, sigo pensando que fuimos, somos, demasiado generosos.

"Demasiado generosos" ¿Se puede usar estas dos palabras en una expresión que tenga sentido?

Estoy cada vez más adulta, cada vez más convencida, cada minuto con menos segundos que perder. No quiero perder el tiempo en respuestas a planteos psicóticos.
Ya no me sobra el tiempo, ya no nos sobra el tiempo.

El camino, porque sin duda es un camino, es áspero y cuesta arriba. A veces falta el aire: o por que no hay oxígeno disponible afuera o por que los pulmones están demasiado endurecidos para dejar fluir. El corazón pide más, el cerebro pide más y los músculos de las piernas comienzan a agarrotarse.
Falta aire, el aire para vivir sin el pequeño terror de pensar que al que tenés al lado le importa nada que te pongas azul a su derecha.

No puedo entender, o mejor, no quiero aceptar que la aniquilación del otro sea un principio y un valor para algunos. Aniquilación, es decir, desaparición, negación, indiferencia, sensación de ser uno superior a un otro que en casos extremos no mecere vivir y en casos mundanos, no se merece lo que tiene.

Me duele este mundo así como ellos quieren que sea.
Me duele saber que son parte de esta etapa del camino que compartimos indisolublemente.

Pensaba ayer, viendo cómo se organizaba durante la Segunda Guerra una resistencia urbana (girando la cabeza para no ver a los soldados nazis paseando por París) o rural (quemando sus casas en la URSS para dejar solo una "tierra arrasada"), si en ese momento alguien pensó: "Qué desgracia, solo una vida para vivir y me toca en estas circunstancias".
Quizás no tuvieron tiempo para pensar esa posibilidad, a todas vistas, imposible.

Pero, ¿qué pasa hoy? ¿tenemos tiempo para pensarlo? Y si lo tenemos, ¿vale la pena semejante ingenuidad?

¿Qué tan posible es refugiarnos en nuestro pequeño círculo de afectos, donde nadie quiere pisotear al otro, donde todos miramos en mayor o menor medida qué le está pasando al que tenemos cerca?

Como si pudiera cambiar una pulsión de siglos, espero a que el sol tibio del invierno porteño entre por mi ventana, para salvarme del dolor bosquejando respuestas.

Miento: mi madurez me acerca a una adolescencia para siempre suspendida.
Ya sé por qué perdonamos a los alemanes: no necesitamos que el otro muera para saber qué esta bien y qué es el mal.
.........
El agua caliente sale del termo rojo y se mezcla con la yerba para sacarle su mejor virtud. El borde de madera es el límite del mundo. Acerco la boca al extremo de la bombilla como si la vida estuviera esperando para entrar en mi cuerpo. Me acerco, sujeto el mate para que entibie mi mano y succiono despacio. La boca se inunda, las mejillas se contraen, la vista se pierde en el placer.
El sonido dulce del final anuncia triunfo y despierta el deseo en el prójimo.
Vuelvo a llenar el mate y esta vez es para vos.
De nuevo el sonido y vuelta a empezar.
........
Hace mucho que no escribo, tal vez ya nadie esté del otro lado, pero hoy no quiero dejar este mundo donde el egoísmo no existe y los otros, todos los otros, acceden a ser compañeros en un mismo camino, en un mismo viaje.



* cascada de pensamientos surgidos después de ver el programa Apocalipsis, la Segunda Guerra Mundial la noche siguiente a que un compañero de trabajo se terminara por enécima vez el tarro de mayonesa que él no había comprado dejándolo vacío en la heladera.