jueves, 17 de febrero de 2011

Marina Kogan

.
Mañana va a hacer un mes y esto duele mucho todavía.
El 18 de enero falleció mi amiga Marina.
Hacía un tiempo ya que no nos veíamos, algunos mails de vez en cuando, pero no por falta de interés o de cariño, solo que a veces las rutas que van a lugares similares no se encuentran muy cerca.
Parece un lugar común decir esto que quiero decir, pero de verdad que no lo es; es real cada letra que pueda usar para decir que era una amiga, una persona, un ser humano realmente necesario. Necesario por su generosidad, su inteligencia, su dulzura, su sensatez, su talento, su respeto, su compañerismo, sus convicciones, sus exabruptos llenos de pasión, de esa pasión vital que contagiaba. Conozco pocas personas que transmiten eso: una paz y una sabiduría visceral que los envuelve a ellos y que transmiten como un abrigo en plena abulia o necesidad.

Marina, Maru, Lolaamar, se murió hace un mes con apenas 28 años. Y un dolor, una tristeza, una angustia inaceptable nos envuelve a todos. Primero, por sobre todas las cosas, una pena inmensa por saber que ella tan vital se está perdiendo la vida. Todavía camino por la calle y al ver algo disparador de sentimientos, pienso en ella y en la dimensión de la injusticia por que no pueda transitarlo.
Segunda pena por su familia, los que la conocieron desde el primer minuto hasta el último. Después sus amores, aquellos que la disfrutaron como compañera, que la supieron amar y que conocieron la maravilla de su amor.
Y luego sus amigos, todos los que tuvimos, tenemos la suerte de contar con ella en nuestra vida. Se dice rápido y tal vez suena trillado pero es debido a mi falta de habilidad con las palabras que así suene y no a la contundencia dulce de esa verdad.
Ella, un ser necesario, imprescindible para sentir lo extraordinario en nuestra breves vidas.

No le hubiera dicho gracias por todo esto porque no hubiera querido despedirme nunca. Ahora no tengo palabras porque a veces, las palabras no alcanzan.

Sin embargo, después de decir esto, debo devolverle todo su poder a las palabras. Porque uno de sus grandes amores era la escritura. Y lo hacía muy bien, muy bien.

"En un par de horas voy a sacar los pasajes y estoy nerviosa nerviosa.
Que sea una locura me encanta.
Hacer la mochila y viajar. Y vivir como se pueda.
Pero no es eso, creo. O un poco sí. Pero también es lo otro:
Cerrar los ojos y decir sí. Dar el salto y estar en aire"

te vamos a extrañar tanto...





1 comentario:

  1. hola...no lo puedo creer, la conocí a marina en Neuquén...hoy la estaba recordando y me encuentro con esto...soy laura

    ResponderEliminar