domingo, 11 de septiembre de 2011

Línea L. (final posible)

Una cierta indiferencia se ha instalado entre nosotros. Frialdad, abulia.
Esa última película de L. no era mala, tampoco buena; una actitud inaceptable para un hecho artístico. Es que si no empuja a la acción o no convoca a la reflexión, mejor no hubiera empezado. Es un pecado solo permitido a los culebrones de medianoche. Será tal vez que a este film lo alcanzó el desapego, o será que fue él el que lo parió ya entumecido.


Quizás es tiempo de detenerse, quizás es tiempo de seguir por un camino alternativo hasta que, quien sabe porqué extrañas circunstancias, volvamos a encontrarnos. Entonces L. será uno de esos viejos conocidos, una de esas tibiezas que seducen el alma cuando vaga perdida por lugares anónimos. Seremos dos extraños hermanados por una ilusión partida (compartida), vulnerable y loca, ansiosa siempre por renacer a pesar de y sin importar cuán.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Línea L. (iv)

Domingo, 6 de la tarde: hora de la desesperanza. ¿Qué mejor que tomar la línea L. a ver a dónde me lleva?


Una película recomendada en la que L. hace un papel chiquito. Nada, no más de 7 minutos en una película de hora y media. Pero la Línea L es así: no se cuestiona nada, arremete, avanza. Aunque este “encuentro” tiene truco: es sobre un cuento de Di Benedetto –otra de mis manías breves- y con otro actor que me gusta al que supe una vez con la incondicional ayuda de L. (otra L. en mi vida) regalarle un libro de, casualmente, Di Benedetto.

En este punto debería plantearme si esto no es para preocuparse. Tanta recurrencia, digo. Si no hubiera una cantidad como la existente de manías apagadas juraría que esto es patológico. Pero en realidad es esencia de esa “ocupación caprichosa” la de terminar apagada.

Un día debería ponerme a pensar cuál fue la primera. Creo que Ray Bradbury, pero no me puse realmente a la tarea de la memoria. Un día, tal vez. Un día, si sintiera que vale la pena.

La película, de eso hablaba o quería hacerlo, la daban en un cine del espacio Incaa de Constitución. Eso garantiza poca gente, sordidez y nada de avances ni pochoclos. Tres de cuatro no está mal. Casi bingo. Al llegar anoto mi error: sórdido es el barrio, pero el cine está muy bueno. La sala no es muy grande, pero hay mucha gente. Buen balance.

Me siento -asientos reclinables-, se apaga la luz, empieza la película directamente como si prendiera la video, habla el anciano de rigor como si estuviera en el salón de su casa y yo me pierdo en la trama como si estuviera dormida. Un poco sanguinaria, “película de hombres”, pero está buena.

Me quedo mirando la hoja en blanco que espera el resto de la historia, pero decido interrumpir el viaje. L. se está apagando. Quiero seguir hablando de Di Benedetto, de las “obras de hombres”, de Constitución a las 9 de la noche de un domingo. Pero en algún lado, de la misma manera en que se encendió L. está desdibujándose. Ya conozco sus formas de hablar, sus pausas, sus miradas de costado, sus escasísimas sonrisas. Pero se apaga…

viernes, 9 de septiembre de 2011

Línea L. (iii)

L. aparece esporádicamente en la novela de la tele. Y me vuelve a pasar lo que todavía me sorprende: siento una familiaridad con él que solo tiene razón en mi cabeza. Recuerdo muchas otras “manías” de este tipo, en el sentido que mejor se adapta a su original del griego ‘locura, demencia, estado de furor’ pero sumando una de las definiciones de la real academia que la refiere como “extravagancia, preocupación caprichosa por un tema o cosa determinada”. Esta “ocupación caprichosa” diría yo, me llevó a lugares inolvidables, siempre, como aquella vez que impulsada por la manía Albert Camus arrastré a mis compañeros de viaje hasta el pueblo donde está su tumba. Buscar un cementerio en la Provenza francesa, encontrarlo, equivocar la entrada para tener que frenear frente a las tumbas (el mantenimiento del lugar no era realmente el ideal) y con la puerta abierta y un pie afuera retornar al cuerpo lógico para cuestionarme: “¿Qué estoy haciendo? ¿Qué espero me devuelva un nombre sobre una piedra gastada?


Sigo sintiendo cierta familiaridad por Camus pero ya no circunscripta al hecho de haberlo encontrado sino que ahora es parte de mi historia. Camus, sus textos, son una serie de hilos suaves y fuertes que bordan recuerdos dulces: llegué a una isla aparentemente no desierta con solo un libro: El extranjero; años después pasé días oníricos en esa misma isla cuando recorría 4 kilómetros en bicicleta para alimentar a unos gatos y sumergirme en la lectura de La Caída en soleadas y solitarias tardes de invierno.

Lo existencialista de Camus –luego se sumarían otros- forma parte de mí. Supongo que por eso L. y esta compulsión a la repetición de dejarse llevar siguiendo algo antojadizo, tan caprichoso como puede ser la atracción en el cualquier estado e intensidad que se presente.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Línea L. (ii)

Busco en internet y hay una película donde trabaja L. Está filmada en Punta del Diablo. Estuve ahí hace un par de años, de vacaciones con unos amigos. Fueron diez días maravillosos. Muchas charlas, asado, vino, paseos. Poco mar (días bastante nublados), muchas risas. ¿Cómo se vuelve a un lugar donde se fue feliz? Sin prejuicios, creo. Sin pensar. Solo se va como si fuera nuevo pero conociendo dónde comprar el pan o dónde no comprar asado. Durante esos días aprovechamos además para tejer varias novelas: desplegamos algunas de nuestras historias secretas e inventamos juntos otras donde el deseo expandía todas sus armas.

Consigo la película. La dejo reservada para el sábado a la tarde.

La tormenta azota mi octavo piso con la misma intensidad que en la pantalla. Pura coincidencia. La historia es triste, con pocas palabras. Un día voy a escribir sobre un personaje que no dice mucho pero que sin embargo, no escatima voz para transmitir todos sus sentimiento. En ese mundo me gustaría vivir: la gente dice lo que siente, no lo que le gusta.

Al terminar la película -L. sigue sin defraudar-, empiezo a pensar en mis próximas vacaciones. Me doy cuenta de que el gran viaje no va a ser posible. No puedo viajar en esa fecha. Entonces debo pensar en otros rumbos.

En pleno agosto tormentoso, la idea de una playa tibia altera mi piel.

domingo, 28 de agosto de 2011

Línea L.

Con L empieza su nombre. Un día lo vi y sentí algo. Claro, lo vi en la tele y no supe bien si era atracción o un poco de disgusto. Cada escena, que eran pocas, esperaba a que derrape, a que se le note lo mal actor. No pasó, y sin saber todavía que era lo que era, empecé a prestarle atención.
Un día le conté a mi hermana: “ese me gusta, bueno no sé si me gusta o me da asquito”. Mi hermana me hizo un gesto de desdén, tanto tiempo hace que me escucha. Me conoce.
Fue ella la que un día me dice: “salió un reportaje en el diario a ese que te gusta a vos” No nos criticamos, ella dice que su segundo marido es E., actor escocés de casi moda. Así que tengo dos cuñados. A veces nos sentimos solas o asoladas, resaca de nuestras infancias. Nos permitimos estos juegos, ¿por qué no?
Leo la nota y L. menciona una obra de teatro off que va por la cuarta temporada. No puede ser mala pero no quiero arrastrar a otros en el seguimiento de la línea L. Voy sola, está decidido. El primer viernes llueve, lo dejo para otro día. El siguiente viernes hace frío polar pero tres días antes una rotura del espejo me había dejado mucho más helada. Ese mágico cristal que devolvía seguridad se quebró cuando dos hombres armados irrumpieron en la oficina. No pasó nada, solo la angustia insoportable de saberse mortal. Ese viernes tenía que ir al teatro. No era tiempo de postergaciones, ni de encierros, ni de vagancia. Que el propio mundo pende de un hilo y hay que dejarse llevar, hay que dejarse vivir.
El juego de la Línea empieza en cualquier lado, por cualquier cosa y hay que seguirla hasta que se pierda. Esta línea, la L., va saltando entre lo conocido y lo ajeno. Si, no suena muy original, pero es así. En ese programa de la tele, el protagonista –que no es L.- lleva mi apellido. No es muy común, por eso la sorpresa. Lo ajeno y lo propio haciendo raras migas.
Viernes noche, primeros cinco minutos de la obra. Pensé lo peor. Otra de esas cosas under donde lo que parece decir algo en realidad no dice nada. Y de pronto se me vuela la cabeza. Más allá de las actuaciones –por cierto me da un poco de vergüenza tener a L. tan cerca, como si él supiera- está contada de manera genial. Al final resulta una obra under donde no dice lo que dice, obligándote a que las ideas se completen en tu cabeza y por lo tanto, haciéndote cómplice. Es una obra “nuestra”. Se prenden las luces y los aplausos son moderados. Yo creo que es por el shock.
Salgo a la calle, camino a la una y media de la mañana, sola, las 10 cuadras que hay desde el pequeño teatro hasta casa. Yo quiero escribir así. Yo quiero hacer eso con la escritura. Yo quiero ser la que es capaz de crear esos mundos.
Llego a casa y escribo tres hojas convulsionadas. Dos y media de la mañana salen en un mail para G.
Tres días después me pongo en contacto con C. una escritora con la que hace años hice mi primer taller. Vamos a juntarnos, ella y yo solas, a trabajar sobre mi escritura.
Primera parada de la línea L. Esto invita a no parar.

viernes, 26 de agosto de 2011

Taller (vi)

1.
Las respuestas se moldean a cuatro manos: dos del corazón, dos del raciocinio. A veces son demasiados veinte dedos y con una de cada lado basta. Lo malo es cuando responden dos derechas. ¡Ja!
Hay que hacer mucho ejercicio, siempre en movimiento esas manos, porque con el tiempo les puede dar artrosis. Entonces moldean poco. Devuelven respuestas estandarizadas. Si (tarjeta verde). No (tarjeta incendiada). También malo cuando solo responde el corazón o solo elabora respuestas el cerebro. Son pánfilas esas. Son previsibles. Llega una pregunta, entra una situación, se la pasa al cerebro, sabe de que se trata, la retiene, espera a que el corazón este libre, se la pasa, este la retiene, como que la macera,¿ vio?, la hace picar, la mueve, la gasta, se la pasa de nuevo al cerebro que mira, levanta la cabeza, traza un objetivo y ahí va! Gol! La respuesta atraviesa el arco, sigue de largo, entra en otro terreno, vienen algunos jugadores del partido anterior, otros no, hay nuevos. Partido diferente. ¿Vos querés jugar? ¿Estás en forma?
No.

jueves, 25 de agosto de 2011

Taller (v)

3.
Elegir el maestro es elegir ser alumno. Es optar por mirar desde atrás, protegido, casi tieso. Los deseos son los deseos del maestro. Vos crees que son tuyos pero no. Son de él. Para tener un maestro hay que saber colaborar. Hay que saber formar parte. Hay que saber quedarse. Vos no sabés porque nadie te enseñó. Vos no tenés padre. En mis sueños sí tengo padre.
No.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Taller (iv)

1.
Te veo, me ves, estamos sucios. La arcilla se mete en los poros, nos reseca la piel. Por eso siempre antes de gozarnos, primero nos ponemos crema. A vos te gusta sin olor, para mí todo es sin olor. Son las dos y salimos a comer con todos. Vos me mirás y yo me quedo tranquila. Tus ojos a veces son más efectivos que tus manos. Lo que menos me gusta de vos son tus palabras. Tenés muchas y son bastante vacías. Volvemos de comer con todos y vos te alejás rozándome los dedos. No te querés separar, querés que yo crea que no te querés alejar. Y te vas a esperar las seis entre unicornios de cerámica crudos. A las seis sale la segunda tanda del horno. Hoy fue un día productivo. Estamos cansados. No queremos coger. Esta noche, no.
No.

lunes, 22 de agosto de 2011

Otra tonta historia de no-amor

- Hola
Él responde hola coordinando una sonrisa laboral: no se cansa nunca de devolver un gesto amable a aquellos que lo reconocen por la calle. Quince años trabajando en teatro pero son los veinte minutos en la tele los que hacen el milagro.
Ella lo mira y enrojece, él sigue de largo ya que no hay pedido de foto con el celular, ni firma en agenda usada, ni preguntas sobre cómo sigue la novela. Ella apura dos pasos viendo que se le va.
- ¿Das clases de actuación? ¿particulares?
Supo en ese instante que sonaba a insinuación o peor aún, a entrega. Urgía la necesidad de corregir
- Lo digo en serio, nada raro, ¿eh?
Él la miraba más intrigado que interesado. Esa vocación por la experimentación, esa valentía ante lo desconocido, ese olor a reto que su instinto fino captaba.
- No. Pero puedo recomendarte a alguien si querés. Pero clases particulares de actuación no es muy… bueno.
Ella sintió el vértigo, podía seguir hablando, iba a meter la pata, sí claro que sí, pero ya tenía los suficientes años como para saber que ese partener desaparecería irremediablemente dos pasos adelante.
- Bueno. No, está bien, gracias. Era solo una… ¿Te puedo preguntar? Solo te cuento mi idea, tal vez sea muy loco.
Antes de que él comenzara a preocuparse o a trocar su interés en abulia, explicó:
- Necesito parecer valiente. No quiero ser valiente, solo parecerlo, construir un personaje que vaya de frente. Él, bueno, ella, osada ante miedos reales en situaciones reales, pero ella: nada, plástico moldeado. Eso. Sí, ya se –pero no sabía porque él la miraba con atención pero sin demostrar nada: lo mismo podía estar pensando “Dios, que loca”, como “Dios que ganas de ir al baño que tengo”- dirás que una buena terapia de cuatro o cinco años lo soluciona, ¿no? Pero no tengo tiempo…
Error: él podía interpretarlo como una enfermedad mortal o algo así, aunque su cara seguía sin demostrar nada. ¿Era el indicado? Después de todo, veinte minutos en la tele no alcanzaban para…
- Nada grave, nada... “terminal”, ¿eh? Es que tengo que resolverlo pronto, hoy, que se yo, ahora. Solo unas pocas clases, puedo pagarlas, no sé, vos marcás los tiempos, no sé, donde te venga más cómodo, vos sabrás, me parece que no hace falta que sea en una sala de ensayo, como… (otra vez sus ejemplos de conducción) aprender a manejar en la General Paz. ¿Es muy loco? –Ella no iba a decir patético.
Lo siguiente fue un gesto, de ella, entre gracioso y suplicante de comprensión. Él seguía inmóvil, mirándola.
- ¿Hablo demasiado? No soy una loca millonaria, excéntrica, aburrida y tonta. Es… una idea, solo eso…
Él no se movía, quién sabe si buscaba una respuesta o sería uno de esos pocos agraciados que no consideraba su obligación encontrar respuestas. De ser así, era el indicado.
Alguien debía romper ese espacio tan intenso como invisible y frágil que se había abierto. Ella no era valiente, le tocaba a él, ¿a él?
- Te dejo mi mail
¿Quién habló? ¿Él? ¿Ella? ¿Si es que se puede contagiar la valentía, la cobardía sería igual de infecciosa? ¿Cuándo es demasiado el ridículo? ¿Quién necesitaba alejarse?

domingo, 21 de agosto de 2011

Taller (iii)

2.
Si algo no está roto, igual tiene que ir al taller. Si vienen las musas que te encuentren trabajando. El hombre solo no es hombre completo. El artista es un hombre historizado. Tiene que conocer lo que fueron otros para ser distinto. Bendita virginidad de los que se creen únicos. No fueron a esos galpones donde alguien o alguienes les dicen que eso ya lo hicieron antes. “Mmm, eso ya lo hicieron antes”. El famoso mito de. Los griegos fueron los garcas. Con demasiado tiempo para pensar agotaron todas las ideas. El taller te ubica: no sos más que plástico moldeable por la historia o el paradigma. Solo podrás elegir el tipo de molde. Yo quiero ser un poco así, con pocas rectas, mucha curva, eso es bien de nenas. Todos saben que en el taller las cosas se transforman: cuando salís llevás una marca invisible que tarde o temprano saldrá a la luz. Ya no sos puro, pasaste por el taller. Alguien te puso las manos encima y dejaste de ser esa cosita inocente y pura que eras. ¿Vos querías ser pura, inocente o cosita?
No.

sábado, 20 de agosto de 2011

Taller (ii)

1.
Entro en el baño después que vos. Te enojas, me decís que estoy loca. Cierro la puerta con el pasador. Me decís que estoy loca, que soy una desubicada. Yo me río y te beso. Te dejás besar, me mordés el labio de abajo y me decis que estoy loca. Que pueden vernos. El baño tiene una pileta, un espejo, una ducha y un retrete. Vos le decís inodoro. Es un rectángulo que se agregó al lado del horno industrial con bloques de hormigón y techo de chapa. Es como un sauna donde el calor viene por ósmosis, por el techo o de nosotros. Vos me decís descontrolada, chiquilina, loca. Te beso, te toco, me pego a vos. Vos me besas y me decís loca. Me separás violentamente y me decis así no. Abrís la puerta, te vas, me decís no.
No.

viernes, 19 de agosto de 2011

taller (i)

Taller
(Del fr. atelier).
1. m. Lugar en que se trabaja una obra de manos.
2. m. Escuela o seminario de ciencias o de artes.
3. m. Conjunto de colaboradores de un maestro.

3.
Los límites se me confunden, siempre me pasa. Debo aprender a comportarme, debo cambiar. Primero tengo que aprender de quién aprender. Mamá está todo el día en el taller, cose para afuera, afuera. No sabe coser para adentro. Una vez me hizo un enterito y la primera vez que lo usé se me manchó con grasa. No lo pude usar más. Ella no me cosió más tampoco. Yo aprendo rápido, no le pedí otro. Ella se desloma en el taller, lo hace por nosotras. El taller es su pira de sacrificio, por nosotras. Papá no, papá se fue y no hace nada por o para nosotras.
Papá me enseñó que esto no puede ser todo. Que hay algo más. Papá tiene un par de alas para regalarme pero yo no las quiero querer porque mamá se enoja. Ella es el ejemplo, ella va al taller. Él solo se va. Se va.
No.

domingo, 7 de agosto de 2011

lo que queda

.
Todavía no sé por qué perdonamos a los alemanes.*
Tampoco entiendo por qué sus víctimas tomaron su mismo camino. No tan espantoso, no tan inhumano, pero sin duda, su mismo camino. O por lo menos, por sus mismas motivaciones.

Conozco las razones humanitarias de mi razón, entiendo las injustas trampas que tiende la generalización, pero con cada relato, con cada imagen, sigo pensando que fuimos, somos, demasiado generosos.

"Demasiado generosos" ¿Se puede usar estas dos palabras en una expresión que tenga sentido?

Estoy cada vez más adulta, cada vez más convencida, cada minuto con menos segundos que perder. No quiero perder el tiempo en respuestas a planteos psicóticos.
Ya no me sobra el tiempo, ya no nos sobra el tiempo.

El camino, porque sin duda es un camino, es áspero y cuesta arriba. A veces falta el aire: o por que no hay oxígeno disponible afuera o por que los pulmones están demasiado endurecidos para dejar fluir. El corazón pide más, el cerebro pide más y los músculos de las piernas comienzan a agarrotarse.
Falta aire, el aire para vivir sin el pequeño terror de pensar que al que tenés al lado le importa nada que te pongas azul a su derecha.

No puedo entender, o mejor, no quiero aceptar que la aniquilación del otro sea un principio y un valor para algunos. Aniquilación, es decir, desaparición, negación, indiferencia, sensación de ser uno superior a un otro que en casos extremos no mecere vivir y en casos mundanos, no se merece lo que tiene.

Me duele este mundo así como ellos quieren que sea.
Me duele saber que son parte de esta etapa del camino que compartimos indisolublemente.

Pensaba ayer, viendo cómo se organizaba durante la Segunda Guerra una resistencia urbana (girando la cabeza para no ver a los soldados nazis paseando por París) o rural (quemando sus casas en la URSS para dejar solo una "tierra arrasada"), si en ese momento alguien pensó: "Qué desgracia, solo una vida para vivir y me toca en estas circunstancias".
Quizás no tuvieron tiempo para pensar esa posibilidad, a todas vistas, imposible.

Pero, ¿qué pasa hoy? ¿tenemos tiempo para pensarlo? Y si lo tenemos, ¿vale la pena semejante ingenuidad?

¿Qué tan posible es refugiarnos en nuestro pequeño círculo de afectos, donde nadie quiere pisotear al otro, donde todos miramos en mayor o menor medida qué le está pasando al que tenemos cerca?

Como si pudiera cambiar una pulsión de siglos, espero a que el sol tibio del invierno porteño entre por mi ventana, para salvarme del dolor bosquejando respuestas.

Miento: mi madurez me acerca a una adolescencia para siempre suspendida.
Ya sé por qué perdonamos a los alemanes: no necesitamos que el otro muera para saber qué esta bien y qué es el mal.
.........
El agua caliente sale del termo rojo y se mezcla con la yerba para sacarle su mejor virtud. El borde de madera es el límite del mundo. Acerco la boca al extremo de la bombilla como si la vida estuviera esperando para entrar en mi cuerpo. Me acerco, sujeto el mate para que entibie mi mano y succiono despacio. La boca se inunda, las mejillas se contraen, la vista se pierde en el placer.
El sonido dulce del final anuncia triunfo y despierta el deseo en el prójimo.
Vuelvo a llenar el mate y esta vez es para vos.
De nuevo el sonido y vuelta a empezar.
........
Hace mucho que no escribo, tal vez ya nadie esté del otro lado, pero hoy no quiero dejar este mundo donde el egoísmo no existe y los otros, todos los otros, acceden a ser compañeros en un mismo camino, en un mismo viaje.



* cascada de pensamientos surgidos después de ver el programa Apocalipsis, la Segunda Guerra Mundial la noche siguiente a que un compañero de trabajo se terminara por enécima vez el tarro de mayonesa que él no había comprado dejándolo vacío en la heladera.

martes, 19 de julio de 2011

sí, pero no es J. (ixx)

Don Pablo miraba con sus ojos vacíos. Había pasado dos veces por la cárcel por ser cómplice. Le dice "necesario", cómplice necesario. Él se llamaba simplemente culpable. “Si estás al tanto –decía- si estás al tanto y no haces nada, la culpa te aplasta más fuerte a vos que al alma que idea y ejecuta. Esas almas –decía- esas almas no dudan, no piensan en otra posibilidad, no tienen fracturas. Entonces, hacen y ya. Sin culpa.”
- Pero van a la cárcel
- Sí, claro. Pero la culpa es algo impuesto y anecdótico, ajeno como la nacionalidad o el idioma de otros. Por eso ahí, en la cárcel, siguen creciendo, siguen tramando, siguen en marcha. No se derrumban. Siguen.
- En cambio usted, Don Pablo…
- En cambio gente como yo, se muere. Pero no tiene importancia, porque de una forma más sutil, ya veníamos muertos de antes.

sábado, 11 de junio de 2011

sí, pero no es J. (i)

- Me hizo bien venir. Cada vez escribo más, no puedo parar. ¿A vos?
- A mí no. Yo, seca. No sé, extraño tal vez. Tal vez es otra cosa. El lugar me encanta, me gusta estar acá, con vos, todo es nuevo y excitante, la gente no molesta, no interfiere, no afecta quiero decir. Sin embargo, no sé, hay algo que… no termina de cerrar. Hay algo que no es.

Él la mira un momento mientras lo asalta el recuerdo de cuando hablaban entre el humo de un cigarrillo compartido. Le suelta entonces la mirada pero le pasa el brazo sobre el hombro para dejar caer una pregunta de la que no espera respuesta: ¿”Qué será lo que tanto esperas?

Ella tose sobre un silencio incómodo y empieza a dibujar volutas de fantasías con palabras obsesivamente buscadas dentro de su cabeza. Habla y habla hasta que el relato se le va metiendo para adentro y se apaga.

Él seguía pensado en ellos cuando no esperaban la noche oyendo romper las olas sentados en un muelle destartalado y desierto, pensaba en esos que eran cuando la penumbra, el cigarro y el alcohol les preludiaban una madrugada de sexo urgente. Él pensaba en ellos, los que fueron, cuando rasgó la tibia pausa para decir: “Yo seguir vivo. Eso quiero”.
.

sábado, 21 de mayo de 2011

sin embargo

.
Volver a es imposible, I know it.
Es por eso quizás que ya no suelo recorrer los mismos caminos.
O por lo menos, no con la misma visión en mente.
Reconozco que he abandonado ciertos deseos.
Los dejé dormirse, resignarse, y eso está mal.
Siento que soy cuando escribo, pero...
Tal vez es que falta la historia, o sobra.
Tal vez haya despertado en un mundo donde lo real empieza a tener rasgos de lo tantas veces soñado y su resplandor encandila.

Seré fatalista, creo que la peor de las desdichas ha caído sobre mí: no me entusiasma la tarea de ser el dios creador de un personaje. Releo y entusiasmo no es lo que he perdido, es mejor decir que ya no siento la pasión, la locura, el vértigo, el abismo, la incredulidad, la confusión desde la que nace un personaje.
Tengo miedo a andar a tientas y así solo me queda el presente pasteurizado.

Sin embargo no estoy triste.
Y sin embargo, debería.
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lunes, 4 de abril de 2011

ajado

. Lo peor de nuestas peleas de convivencia gastada es que me quedo sin brazos en donde refugiarme y sin tu voz para que me diga que ya no hay nada de qué preocuparse, que solo hay que soltarse y dejar fluir... .

lunes, 21 de marzo de 2011

Córdoba 2011

Su nombre, La Cumbre, sumerge en el espejismo de creerse muy alto, muy lejos; tanto que nada mejor puede haber más allá.

Mediodía de febrero, lluvia sin melancolía en un bar marrón oscuro frente a la estación de la que desde 1981 no llega ni sale nadie.
Pueblos de moda en épocas en que la tuberculosis empujaba a los ricos a dejar la ciudad. Hoy tiene esa cadencia de un aquí-ya-no-es atravesando el aire, a pesar de los coches último modelo, de las veredas nuevas, el asfalto cuidado, del wifi en cualquier bar.

Unos kilómetros más abajo, en La Falda: el hotel Edén. Pero esa es otra historia.

domingo, 20 de marzo de 2011

avances

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Por ahora solo eso:
con tu mirada, yo aparezco
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intenciones

"Comenzaré este diario para dejar registrado, como en todo buen diario, cosas nimias que a nadie más que mí le importen."

"Diré que han dejado de gustarme los hombres perdidos, los hombres que sólo saben buscar sensaciones que no existen en el lugar equivocado . Afirmaré que ahora me gustan sensatos, que ahora me seducen los que saben en dónde estar a las 10, a las 11 y las 15. Aseguraré que solo me importa que anclen su mirada en mí y que así me dibujen hasta hacerme real. Y prometeré hacer lo mismo por ellos. Ya no los querré adelante, atrayéndome con su espalda encriptada, esperando sofocada por un giro parcial o por un brazo extendido hacia atrás para rescatarme del murmullo. Juraré y practicaré la generosidad del olvido cuando ninguno me lo pida. Y aceptaré sus regresos con el mismo ramo de flores naturales con que celebraré sus partidas."

"Diré que quiero cambiar de vida solo para no cambiarla. Y lo voy a decir muchas veces para ver si se hace verdad, verídico o tan siquiera verosímil, pero no lo hará. Tanta vocación por explicar la mutación congelará la historia. Y me sentiré a gusto con lo que vea después de la decepción, y no la llamaré así, decepción, solo etapa cerrada, pum, palo y a la bolsa. La nueva vida será igual a la anterior pero con vestidos diferentes."

"Comenzaré ese dichoso diario y tendrá pocas hojas. Dos. Tres. Tal vez cinco. No dirá nada que ya no haya dicho y entonces me aburriré, lo esconderé en la mochila y en una tarde de octubre lo tiraré desde el puente de Brooklyn cuando Germán mire para otro lado."

"Y nunca sabré distinguir las diferencias entre invierno y carnaval."
.

domingo, 6 de marzo de 2011

víspera

Esperando el otoño como si fuera primavera.

Mientras comenzamos a buscar tibias prendas con que entrar al recato del invierno, las estaciones enrocan su encanto para hacerme renacer en una nueva vida.
Brotes tiernos de esperanza, promesas de pasión, miedos menores que abren puertas.

Sera la rudeza del verano que pierde su furia,
serán las aguas serenas que permiten llegar más lejos.

Será el fin de un vicio que mata:
desesperanza acorralada

domingo, 27 de febrero de 2011

fluir

fluir:

1. intr. Dicho de un líquido o de un gas: correr.

2. intr. Dicho de una idea o de una palabra: Brotar con facilidad de la mente o de la boca.


Domingo a la noche y el tiempo fluye con la febril alegría de un futuro, por fin, maravilloso...

jueves, 17 de febrero de 2011

Marina Kogan

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Mañana va a hacer un mes y esto duele mucho todavía.
El 18 de enero falleció mi amiga Marina.
Hacía un tiempo ya que no nos veíamos, algunos mails de vez en cuando, pero no por falta de interés o de cariño, solo que a veces las rutas que van a lugares similares no se encuentran muy cerca.
Parece un lugar común decir esto que quiero decir, pero de verdad que no lo es; es real cada letra que pueda usar para decir que era una amiga, una persona, un ser humano realmente necesario. Necesario por su generosidad, su inteligencia, su dulzura, su sensatez, su talento, su respeto, su compañerismo, sus convicciones, sus exabruptos llenos de pasión, de esa pasión vital que contagiaba. Conozco pocas personas que transmiten eso: una paz y una sabiduría visceral que los envuelve a ellos y que transmiten como un abrigo en plena abulia o necesidad.

Marina, Maru, Lolaamar, se murió hace un mes con apenas 28 años. Y un dolor, una tristeza, una angustia inaceptable nos envuelve a todos. Primero, por sobre todas las cosas, una pena inmensa por saber que ella tan vital se está perdiendo la vida. Todavía camino por la calle y al ver algo disparador de sentimientos, pienso en ella y en la dimensión de la injusticia por que no pueda transitarlo.
Segunda pena por su familia, los que la conocieron desde el primer minuto hasta el último. Después sus amores, aquellos que la disfrutaron como compañera, que la supieron amar y que conocieron la maravilla de su amor.
Y luego sus amigos, todos los que tuvimos, tenemos la suerte de contar con ella en nuestra vida. Se dice rápido y tal vez suena trillado pero es debido a mi falta de habilidad con las palabras que así suene y no a la contundencia dulce de esa verdad.
Ella, un ser necesario, imprescindible para sentir lo extraordinario en nuestra breves vidas.

No le hubiera dicho gracias por todo esto porque no hubiera querido despedirme nunca. Ahora no tengo palabras porque a veces, las palabras no alcanzan.

Sin embargo, después de decir esto, debo devolverle todo su poder a las palabras. Porque uno de sus grandes amores era la escritura. Y lo hacía muy bien, muy bien.

"En un par de horas voy a sacar los pasajes y estoy nerviosa nerviosa.
Que sea una locura me encanta.
Hacer la mochila y viajar. Y vivir como se pueda.
Pero no es eso, creo. O un poco sí. Pero también es lo otro:
Cerrar los ojos y decir sí. Dar el salto y estar en aire"

te vamos a extrañar tanto...





miércoles, 2 de febrero de 2011

V.3

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Cuanto más me comporto como la persona que quiero ser, más feliz me siento.
Ayer me acosté a las 2 de la mañana después de trabajar un buen rato en la novela (glup, suena importante "novela"). Esta mañana me levanté a las 8:30, seguí trabajando en la vuelta de Manuel a su casa y a las 11 me fui a la reunión de la plataforma de e-learning. De las 12 a las 16, solo pensé en escribir: qué sonaba mejor, qué parecía más claro, se va a entrar por acá, esto verán los estudiantes. Ocho horas seguidas puestas en función de la magia del lenguaje.
Después un poco de paseo por la ciudad (un clima increíble me acompaña) y luego de vuelta a casa.
Sin horarios fijos, sin siquiera mirar el reloj, total, todo el tiempo me pertenece a mí, a mi razón y a mis sentidos.
Mañana a preparar las valijas y el viernes a la ruta.
Sobre el cielo de las margaritas ando, como dice Federico...
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martes, 1 de febrero de 2011

Vacaciones 2

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Mate, tarde sin calor, alguien en alguna obra cercana está taladrando algo desde hace un par de horas. Y Egipto en revolución.
Por una cuestión de principios, todo lo que pidan millones de personas en la calle, en paz pero firmes, me parece lo adecuado. ¿Debería arrepentirme y tener miedo de que mi próxima compra sea un chador? ¿O esa será una visión simplista?
En fin, el mundo está cambiando (Unasur, Europa golpeada, el Mundo árabe revolucionado: es decir, Estados Unidos débil -que no caído-, lo más débil que se lo conoció en años) y yo de vacaciones.
Llega por facebook este recuerdo...

lunes, 31 de enero de 2011

vacaciones 1

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Primer día de vacaciones: me quedo en casa, avanzo con el diseño de la plataforma de e-learnig, veo capítulos de House atrasados. Incursiono en el pilón de películas prestadas (o las devuelvo sin mirar o me les animo de una vez), elijo las más pedorra, preparo mate y al sofá. Peli tragable- pero... en fin. "Sin limites" (en realidad se llama "Cenicitas", esas cosas de la traducción) con el chico de moda y otro que hace de Lorca. Prefiero al Lorca, claro. Solo sirve para que recuerde que me encanta Federico, sus poemas de verdad poemas, esos que sobresaltan y obligan a ver lo invisible.
Termina la película y me da pena la muerte de Federico. Como si recién hubiera ocurrido. Es que los muertos duelen siempre, algunas veces más, otras menos.
Nada de bajón que estoy de vacaciones!
Preparo ensaladas varias (ejercicio de la voluntad), ceno y vuelvo a la compu. Recuerdo que la vida es hermosa (sí, sí, ya lo dije, las vacances) y lo es más si escribo. Vuelvo a la casi novela de dos nombres: un día "Noches de otoño", otro día "Dos semanas". 65 páginas no es ni novela ni cuento. Aunque está terminada (es decir tiene principio, desarrollo -transcurrir, bah- y final) necesita crecer un poco más. A explorar algunos puntos que le hayan quedado, como si fueran brotes. ¿Se puede hacer eso? ¿Se puede con un texto de hace cuatro años?
El tiempo pasa raro cuando se está de vacaciones.
(qué alegría)
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domingo, 30 de enero de 2011

vicios

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Escribir es algo orgánico, más bien físico, una especie de músculo que recorre el cuerpo entero.
Cuanto más se ejercita; se elastiza, se fortalece.
Cuando no se practica con regularidad, tristemente se entumese.
Esto, sin duda, resta calidad de vida.
Como comer toneladas de helado en verano
Como fumar hasta alta horas de la madruga
Como sumergirse en alcohol para quedarse dormida en sus brazos (los de un él).

Es decir:
que ayer lleváramos a la playa dos kilos de helado, dos botellas de champagne y cigarros que terminamos cuando casi amanecía camino de tu casa, podría provocarnos la muerte solo si no lo escribo esta misma noche para depurarnos.
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viernes, 28 de enero de 2011

Suerte

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es mi excelente buena suerte la que hace que a Juan Forn le guste crear sus personajes tan idénticos a los que yo imagino como compañeros del infierno
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domingo, 9 de enero de 2011

viajes iniciáticos

Mi sobrina está en Bolivia de vacaciones. Cualquiera que conozca ese país va a decir "!ah, que hermoso!" pero si le digo a continuación: "es su primer viaje sin sus padres, sola con dos amigas. Ella vive en Palermo Soho", inmediatamente dirá "!uh, debe estar como loca!"
Tal cual, así son los viejes iniciáticos. Tienen que moverte profundamente el piso para que entiendas que eso que eras, ya no lo sos más.
Recuerdo mi primer viaje sola con amigas. Tenía 15 años, fue a la costa, al departamento de una de ellas. Duré dos días. En ese lapso "sufrí" las inclemencias del sol sin tener a mamá que me ayudara con las ampollas, las imperfecciones de la convivencia (dos de las chicas se odiaban) y lo peor, ese sentimiento, que todavía da batalla, de estar sola con mi destino, es decir, con mis decisiones, mis errores, mis miedos, mis alegrías desatadas-hasta-dónde.
No tuve suerte con mis amigas, la verdad. A ese le siguieron dos viajes más, también interruptus, pero por las inclemencias del tiempo uno de ellos y por las inclemencias de la madre dueña de casa que nos echó por haber manchado una cortina.
A la edad que ahora tiene mi sobrina, viajé sola a Europa. La idea era encontrarme con un amigo en Madrid, pasar dos días ahí y luego viajar a Barcelona: yo allí me quedaría como punto de partida para seguir a París y algunas ciudades del norte de Italia, mientras que mi amigo volvería a Ibiza, punto final de mi recorrido. Esa noche, sola en un hostel precioso de Barcelona, fue el desastre: entré en pánico, todos los miedos del universo me sujetaron y no me dejaron mover o pensar. Al otro día, viajé directo a Ibiza.
Un año después me fui a vivir sola a la isla, dejando toda una vida montada en Buenos Aires.
Ese terror, esa noche de iniciación, el estar sola en medio de una gran masa de gente, calles, comidas, idiomas diferentes me transformó sigilosa y firmemente.

Salir a ver el mundo, uno de esos mundos que coexisten a la distancia con el nuestro, nos enfrenta a nuestra fragilidad, nos ubica en nuestro pequeñísimo espacio y si tenemos suerte y la mente de verdad abierta, nos enseña que no estamos nunca solos, que somos siempre los otros de alguien, que tenemos miedos similares, sueños similares aunque nos veamos tan diferentes.
Cerrar los ojos a esas sensaciones nos embrutece haciéndonos más pobres como bien dice Silvio.
Empiecen ustedes, en el día de hoy, su viaje iniciático hacia más allá de adónde nunca soñaron llegar.
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