sábado, 27 de febrero de 2010

Tarde de domingo (II)

.
Esto de ponerse a clasificar el manantial (de letras, de imaginación, de belleza, es decir, de pensamiento) se convierte en vicio si uno se deja llevar.
Desmayadas de tanto ir i venir acomodando libros, nos tomamos (mi hermana y yo) un descanso frente a la tele, pero después de media hora de saltar por los miles de canales que no inspiran nada, decidimos buscar un video. Tarde de domingo, recuerdos infantiles compartidos, "que sea una en blanco y negro, con uno de aquellos viejos doblajes, como si fuera un "Sábado de cine y series". Muy bien, a horadar el sillón y que venga Tyrone Power y su "Al filo de la navaja"
Ah, qué delicia, qué guión, qué ritmo, qué historia! Ok, Tim Burton esta más que bien, alguna que otra peli salida del sundance, bueno, pero al cine americano de los 40-50 no hay con que darle.

Quedaban algunos libros por acomodar y lo que se empieza, aún cuando se complique, hay que terminarlo. Pero Tyrone y Gene (Tierney) se vinieron con nosotras.
Quizás el mundo sea así de sencillo, así de clasificable. Quizás sirva andar por la vida sabiendo que hay dos grupos de personas (con matices, pero solo dos). Están los generosos (como Tyrone) y los egoístas (como Gene). Están los que saben que en el mundo hay otros y están los que creen que los otros están a punto de sacarles algo, no importa que, algo. Y ese algo es mío y lo quiero tener, es decir, no quiero que otros lo tengan, es decir, no puede ser de los otros. Si no yo que, yo sería el que no tiene algo y eso no quiero ser.
Generosos y egoístas. Generosos que pueden ser felices con lo que tienen pero si aquellos que aman no están en paz ellos tampoco pueden estarlo. Generosos que comparten lo que tienen y no regalan solo lo que les sobra o les quedó viejo. Generosos que extienden una mano para asir al otro y no que, desde arriba, dejan caer lo que se les rebalsa de sus manos repletas.
Egoístas que piensan que mientras ellos estén bien, el resto que se calle. Egoístas que no preguntan nada porque saber de los sobresaltos o pesares de los demás los pone mal. Egoístas que recuerdan la época en que podían comprar perfumes franceses con alegría y desprecian los tiempos en que los jubilados viven tranquilos.

Ya, usar esta clasificación es infantil, simplista, ingenua, tonta. Pero da una enorme tranquilidad aplicar la regla a los que te rodean y ver que hay más (muchos más) de un lado que del otro. Proporciona una serena guia de conducta que permite diferenciar qué es lo más apropiado hacer o no hacer.
El resto es solo vida bruta. El resto es soledad acompañada.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario