sábado, 9 de enero de 2010

Javi quiere jugar

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El ruido del subte tapa la voz pequeña de un Javi de casi 5 años. Su mamá ya pasó rápido al otro vagón mientras que él se queda como distraído en este. Comienza por el primer asiento, se recuesta un poco sobre la señora que repasa una revista de moda, le dice algo que ella no entiende y le deja una figurita con conejos y flores. Pasa luego al muchacho que está al lado escuchando su MP3 y repite el rito: se recuesta, le habla al vacío, le deja su conejo con flores. Saltea la puerta de entrada y se para frente a una chica que lee un apunte de la facultad con un resaltador rosa en la mano. Javi se apoya sobre la pierna izquierda de ella y le pregunta “¿eso que`e?” “Un resaltador” “P`a que e`?” El ruido del tren sumergido no le dejó escuchar la respuesta. A la chica se le inquieta el marcador en la mano: debe ser para el dueño de esa mirada curiosa, debe ser para quien lo desea. Ella se lo cede, “¿cómo te llamás?” “Javi”, “Tomá, Javi, para vos” y le presta el apunte para que garabatee. Con fruición resalta una media oración cualquiera mientras se acomoda más contra esas piernas. Otra chica, a punto de dejar el vagón, le regala unas hojas para que dibuje y una sonrisa para que lo acompañe. Acepta las hojas y deja pasar de largo la sonrisa. Dibuja un monigote de cabeza enorme, ojos redondos, una raya movediza por boca y unas piernas y brazos enanos. Alguien le devuelve los conejos, las flores y una moneda. Todo no entra en sus manos: figurita, resaltador, moneda, papeles. Sabe que debe preferir la moneda pero no quiere soltar el rosa brillante. Los adultos de alrededor lo organizan: la moneda un bolsillo, los conejos y las flores en otro. Javi vuelve a su monigote para dibujarle algunos pelos. Por el pasillo ve venir a su mamá y otra vez, sabe lo que tiene que hacer aunque eso que tiene ganas de continuar lo interrumpa. La mamá no le dice nada, pero él sabe. La chica del apunte se va y le pide el dibujo de regalo. “No” dice Javi contundente. Ella entiende, es parte de su mundo ahora, de su mundo recortado o hecho de pedazos.
Javi la deja ir y vuelve a lo suyo. Después de dejar las figuritas, siempre se para en mitad del vagón para pedir una moneda. Ahora, con el mismo tono, la misma actitud, grita con su pequeña voz: “Un nene, en un papel, hice yo…”
Javi quiere jugar, pero sabe lo que tiene que hacer y lo hace.
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