sábado, 5 de diciembre de 2009

uf

Tengo las neuronas estrujadas.
Haber dejado un final pendiente durante cuatro años para terminar la carrera es imperdonable, lo sé.
Dejarlo porque es difícil, porque para qué, porque tarde o temprano lo voy a dar, es bochornoso. Dejarlo porque la materia podría ser encantadora pero los profesores se empeñan en banalizarla, o peor, estigmatizarla con miles de "deber ser", es ridículo de mi parte, también lo sé.
Tal vez no haya una forma agradable de estudiar gramática correctiva, pero esta por la que me toca pasar es, sin duda, una tarea digna de Sísifo.
Adoro la teoría de la enunciación (¿?) pero la verdad me parece bobo detenerme en lo incorrecto de la expresión "atrás tuyo". Mal dicho, muy mal dicho. Pero, ¿para quién estamos hablando, eh?

Hace cuatro años exactamente, dejé pendiente este final para ir a Bolivia. La asunción de Evo y Álvaro, claro. Me llevé el libro repleto de reglas, con frases como "la norma prefiere el uso de" o "la norma recomienda que". Ese ladrillo compartió mochila con "Horizontes y límites del estado y el poder" (Álvaro García Lineras y otros, La Muela del Diablo, La Paz, 2005), y cuando había que sacar un libro para entender las yungas (la vida), de más está decir quién ganaba la batalla.

Ok (mal, anglisismo, muy mal). Me dejo de rebeldía improcedente y sigo estudiando. Como bien me han dicho, ser casi algo es no ser nada. Que me den con mi reclamo de ignorancia. Mate y preposiciones subordinadas toda la tarde, en este sábado lluvioso (y ya van...) de un diciembre desobediente que no sabe que tiene que traernos el verano.
Uf...

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