miércoles, 17 de junio de 2009

Mitologías aliadas con la patronal

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Quizás por lo que tienen en común, aunque es bien poco, y por lo mucho que los hace diferentes. Quizás porque son mis viajes y mi memoria lo que toman como nexo. Quizás porque son misterio, mito, leyenda, explicación o justificación justo donde la realidad confunde pasado y futuro. Quizás por algo de eso, quizás no, es que quiero contar algo de ellos.
Son dos extraños personajes nacidos fuera de las ciudades, ligados al trabajo sobrehumano y al castigo, si es que este falta. Dos continentes, dos hemisferios, dos realidades y, sin embargo, ese olor en los relatos que los ensambla.
Allá en Ibiza, el Fameliar es un enano nacido en una botella en la que fue atrapada una hierba efímera que muere apenas nacida la misma noche de San Juan. El monstruo es, en este caso, de ese lado del mundo, un pequeño engendro hiperactivo que al ser liberado de su ampolla, reclama muy, muy, muy insistentemente “feina o menjar" ("trabajo o comida"). El engendrito es capaz de construir una casa en unas pocas horas, tal es su vocación laboral, y con esa misma energía se dedica en devorar alimentos si las tareas le faltan.
Acá, en el Norte argentino, el Familiar es un monstruo acorde con nuestros desvelos trágicos. Una especie de perro, con o sin cabeza según los diferentes relatos, empardado con los dueños de los ingenios azucareros para engullir sin piedad a los trabajadores extraviados. La cuota es uno al año: si acaso a veces la zafra se cobra algunos más es porque el engendro estaba hambriento. Según parece, durante la oscurísima noche dictatorial, su voracidad fue insaciable.
De cómo el gracioso fameliar, nacido entre las hogueras de la noches de San Juan, llegó a trasvestirse en el mismísimo fuego devorador, es quizás la más sobrehumana –e innecesaria- de sus feines.
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1 comentario:

  1. De lujo, querida amiga. Dos mundos tan lejanos y tan cercanos a vez. Me encantó!!.
    m.

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