lunes, 4 de mayo de 2009

otoño en ejecución

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hay que buscar una calle no muy ancha, de esas con árboles que llegan hasta el sexto o séptimo piso y que se juntan en el medio como haciendo un túnel con el asfalto, allá abajo, a unos 20 metros.
hay que buscar unos árboles que estén amarillando, no del todo, no, pero que amarillen y que no sean de esos bajitos con hojas siempre verdes. Evitar especialmente los sauces, esos que están como llorando o acariciando o las dos cosas, siempre.
hay que pararse a un metro más o menos de la vereda, en un lugar seguro, como para que los autos pasen y se olviden de nosotros.
Parados asi, como descolocados, levantar el mentón unos 45 grados y acostumbrarse a que esa es la perspectiva.
Es ahi cuando pasa:
en el momento en que las hojas se sueltan del árbol, varias a la vez, casi nunca solas, volviéndose más secas a cada milímitro, confundiendose con gotas o plumas; ahi cuando uno se abandona a ellas como ellas se abandonan en el viento, flotando, en sus amarillos, sus ocres, y en nuestros ojos, que miran, fijos, como el otoño se ejecuta entre silencios, entre susurros, entredormido.

Advertencia: no mirar cuando las hojas se estampan contra el suelo, es algo asi como ver esas sonrisas que se ahorran, esos trabajos que no llegan, esos viajes que no se empiezan...
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1 comentario:

  1. por aquí tendremos que esperar a que pase la primavera, llegue y se vaya el verano, para seguir tus indicaciones... pero lo haremos en su momento

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