sábado, 28 de febrero de 2009

cuerpos/

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¿Al contar la historia de mi cuerpo estoy pronunciando mi vida?
Mi cuerpo conserva el mapa de dónde vengo, qué parte de España y de Italia hizo falta para que yo esté aquí siendo cómo me veo. Ni rubia, no bajita, ni blanca leche, ni labios gruesos. Pequeñas mini órdenes que dicen como debo parecer pero que no transmiten qué se siente al estar sentada sola en la cubierta de un barco, en mitad de un océano, con el hogar atrás y los sueños adelante. O cómo fue doblar esa curva del camino, con los naranjos en flor, pensando en cuando la mujer y el hijo lo siguieran. Ese subir al barco, ese bajar del barco no está en mis genes. O tal vez sí.
Mi cuerpo dice que soy nena. Que tengo lo que tengo y que falta lo que falta. Pero no dice nada de tus labios, de tu sombra para cuidarme del sol, de tus dedos inquietos sobre mi espalda. No dice nada de mi rictus mortal mientras me recomendabas que me enamorara de otro. Tu sonrisa nerviosa rompiendo en mis oídos. La sal se secó hace ya mucho tiempo, y aunque los abrazos le sobreviven, hay que volverlos a crear cada vez que el cuerpo, el tuyo, el mío, padecen su ausencia.
Mi cuerpo expone a mi clavícula derecha, más corta por culpa de una fractura. Sabe de rehabilitaciones, sabe de humedad, sabe de contracturas. Pero no sabe que esa vez nos rompimos juntos y que no hubo forma de volver a pegarnos.
Mi cuerpo puede reaccionar al sol, al mar, a la incertidumbre, a los cambios de lugar, a la comida picante, al mate casi lavado. Estalla en presencia de otro cuerpo pero no quiere enterarse de cuál: al muy marrano es lo que menos le importa.
Mi cuerpo se deshoja constantemente mientras que mi memoria engarza y atesora sin descanso.
Él es apenas más brusco que mis aspiraciones, lo dejo atrás en mis sueños y llegamos juntos a tus ojos para que nos recuerdes, día por medio, que seguimos vivos.
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1 comentario:

  1. como alguien alguna vez dijo cuerpo jaula del alma, importa tanto al fin de cuentas ?? muy lindo texto.

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