domingo, 8 de febrero de 2009

.

.
me paro en puntas de pie y miro:
(tal vez no haya luchado demasiado o lo suficiente. Lo necesario)
la inmovilidad petrificada por el silencio
el sol que da de lleno en las paredes de mis quiebres y las hace brillar, las muestra vivas.
el blanco de los almendros en flor en un rayo
el azul de los lagos de montaña en un resplador
el turquesa de los jacarandás en esa mañana.
Nuestras voces, deliveradamente atemperadas, deslizándose por el aire fresco que nos separa.
Me paro en puntas de pie
y, por fin,
nos encuentro.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario