miércoles, 5 de noviembre de 2008

damasiados misterios

.
Estos días se pusieron de golpe muy negros para Toto Briguer.
Toto es mi gato: el principal inquilino de este departamento de alquiler.

Su pachorriente paz se interrumpió abruptamente la semana pasada. Primero fueron las golondrinas, las mismas de todos los veranos. Están de vuelta ya, anidando en la salida del extractor descompuesto, entrando y saliendo, siempre atentas a cualquier movimiento cercano. Tomás las mira desde este lado del vidrio, las escucha piar cuando se sienten en peligro, y lo peor, presencia ese aleteo desesperado con el que parecen querer espantarlo. Él las odia, yo también, pero como siempre me olvido de tapar el hueco, cuando están ya instaladas se me hace imposible hecharlas pensando en los huevos o pichones que mato al espantarlas.

El lavadero es el suplicio del Toto, pero ahi también está su baño y un poco más allá, su comida y el agua. Tiene que ir, entrar, acercarse, quiera o no. Lo más que puede hacer es largar un maullido nervioso cuando los dos pajarracos negros despliegan su agresión volátil contra él.

Pero, encima, para colmo de males, como si esto fuera poco, desde el sábado pasado un nuevo acoso le pone los pelos de punta: un lavarropas que parece no parar nunca, con sus tics, tacs, glup, glup, glup, tas, chussss!

Dura la vida del gato de casa moderno. Menos mal que no tiene que salir, además, a ganarse su propia comida...

(nada, una tontería para contar que tengo lavarropas nuevo!!!! )
.

2 comentarios:

  1. Bueno, enhorabuena por tu nuevo lavarropas, si es algo que se deba enhorabuenar... Pero eso de tener un GATOOO, con nombre, apellido y apodo!!!, no se yo si es motivo de felicitación o de internación, :). El escrito, como siempre, magnífico.
    Un saludo

    ResponderEliminar