jueves, 23 de octubre de 2008

recurrencias

.
hay una propaganda en donde un tipo en un auto intercepta a otro para cumplirle un deseo, o mejor dicho, para cambiar algo de su vida. Una pedorrada de marketing, claro.

Iba desde el trabajo al oculista y para poder examinarme bien los ojos, me había sacado las lentes de contacto. No veía bien (por eso las uso) pero tampoco me llevaba nada por delante.
Cruzando la avenida Córdoba, con el viento dando directo en los ojos, pensé "eso me gustaría, no tener que usar lentes nunca más".

Mis ojos son mi talón de Aquiles. Uso lentes desde los cuatro años. Más o menos desde entonces, y a pesar de los años pasados, tengo la misma graduación: el astigmatismo superó siempre al estrabismo y a la hipermetropía. Está ahí, adueñándose de mi mirar, haciendo que todo sea borroso, impresiso, con límites difusos. No se dónde empiezan y terminan las cosas porque mis ojos me engañan.

Antes de usar lentes de contacto tenía un sueño recurrente: una mancha negra y redonda ocupaba el centro de todo lo que quería ver y solo podía intentar distinguir las cosas desde el mínimo borde que quedaba disponible. Cuando empecé a usar las lentes, el sueño cambió: el problema era que la lente se endurecía como piedra o se hacía gigante y no había forma, a pesar de los esfuerzos, de poderlas usar para aclarar la visión.

Y es eso, solamente eso lo que me gustaría cambiar en mi vida: poder ver las cosas claras sin necesidad de artilugios. Poder ver la realidad tal como decida pasearse frente a mis ojos, distinguiendo sin dudas donde empieza y donde termina el mundo.
Por eso salí tan descangayada, che. Por eso...
.

1 comentario:

  1. Por eso nuestro común amigo Julio, el gran Julio César, decidió operarse. Y está más feliz que chico con zapatos nuevos, con sus nuevos ojos, ligeramente achinados, algo que pasaba desapercibido con los anteojos, con sus nuevos ojos, como decía, que le permiten ver la realidad aún más clara, si eso es posible.

    Mary

    ResponderEliminar