domingo, 21 de septiembre de 2008

osadías dormidas

.
El jueves compré un sillón usado por internet.
El viernes hablé con la vendedora, nos pusimos de acuerdo para ir a retirarlo el sábado a las 8:30 de la mañana (ella con toda la onda se ofreció a traerlo, pero hay que subirlo ocho pisos por escalera y se necesitan brazos entrenados). Por teléfono contraté un flete y ese mismo viernes, a la noche fui a pagárselo.

La noche del viernes al sábado, en mi cabeza replicaban las muchas cosas que podían fallar: sólo había visto el sillón por fotos y podría no ser igual, el flete podría no ir, el vendedor podría no estar a las 8:30 de la mañana (incluso no estar nunca), podría llevar más tiempo que la hora calculada y entonces me saldría una fortuna tener ese nuevo mueble en casa.
Esa noche, soñé que todas esas pequeñas catástrofes ocurrían juntas. Todas.
Pero además, soñé con él. Despues de tanto tanto tiempo, con él.
Hablábamos muy cerca uno del otro, nos preguntábamos como estábamos y él, casi sobre mi boca, me decía "no me tientes".

El sillón es precioso, los tiempos fueron los acordados y queda maravilloso en mi salón.
Y la sombra de él me falta un poco todavía.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario