sábado, 2 de agosto de 2008

no, no soy ese...

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Ayer me cayó la ficha.
No me había dado cuenta aunque todos los pequeños actos iban apuntando hacia allá.

Nunca fui llamativa (nunca quise serlo), ni extrovertida, ni muy comunicativa. Lo normal.
No quería llamar la atención, ni para ser adorada ni para ser rechazada.
Las circunstancias, el tiempo, los devenires, se encargan igual de no permitirte ser invisible.

Fui anteojuda, porteña en córdoba, rellenita en la adolescencia, argentina en España. Fui la cuñada del dueño, la única chica en oficinas llenas de varones, la castellano parlante entre catalanes. Fui distinta casi siempre porque así somos todos: cada uno diferente, otro.

En ese camino lleno de cambios nunca me sentí discriminada. Tal vez un poco insegura, pero no por razones apreciables desde fuera de mi propia locura.
Y de pronto, glup, cayó ficha.

Un "buen día" con cara de casi asco que se repite de lunes a viernes.
Diferencias de trato, pequeños miserables desprecios que se prodigan a unA y no a otrO.

Qué bárbaro!
Me voy a reir tanto de esto cuando esté lejos...
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