miércoles, 11 de junio de 2008

Evo hablando claro, clarísimo

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El día del discurso de asunción de Evo Morales en Tihuanaco, yo estaba de excursión en la Isla del Sol, en el Titicaca. Me había recuperado a medias del soroschi, asi que mientras que todos atravesaron la isla caminando, yo volví en el bote hasta el punto de encuentro y los esperé escuchando el discurso junto con los bolivianos que trabajaban ahí.

No podía creer lo que estaba oyendo. Tanta claridad, tanta verdad amontonada y sin tanta vuelta.

Hoy, escuché en la radio la carta abierta que Evo les escribió a los representantes europeos a raíz de la "directiva retorno" que busca expulsar a los inmigrantes de Europa.
Es un lujo, no se la pierdan

http://www.informarn.nl/americas/bolivia/act080609-morales-retorno
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domingo, 8 de junio de 2008

les bailamos en la esma

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ayer tenía una mala noche. Una no se acostumbra nunca a los maltratos, son siempre una sorpresa inesperada.

Ayer era una mala noche, pero también era noche para pensar profundo. De no quedarse en lo banal del enojo e intentar saber porqué lo que uno no resuelve vuelve a aparecer como mueca.

Me enteré que La Chilinga tocaba el sábado en la esma. Ayer, a la noche. Desde que fue recuperada, siempre pensé que alguna vez tendría que entrar. Mezcla de razones y sentimientos, en algún momento atravesaría esas rejas que me dan escalofríos.

Ayer era buena noche para superar espantos. Dolores innimaginados de los que se recupera con mucha más vida. Ayer era noche de tambores en lo que antes fuera el infierno.

Llegué y en la puerta dos chicas me recibieron para indicarme el camino. Ya era parte, ya estaba incluída.
La larga calle arbolada con edificios a los costados que hay que atravesar para llegar al espacio de las Madres que se llama "Nuestros hijos" es tal como cualquiera puede imaginarse. Así de triste, así de sola, así de oscura en esa noche silenciosa.

Una luz verde indicaba la entrada. Desde ahí se oían ya los tambores (llegue un poco tarde) y sólo faltaba cruzar esa altísima puerta de vidrio.
Del otro lado había una mujer desconocida, sonriendo, que me dijo "bienvenida".
Respondí a su sonrisa pensando en qué bueno era reirse, esa noche, ayer noche, en ese lugar.

Me fui al fondo para apoyarme en una pared y escuchar todas las canciones con el palpitar de los ladrillos y el cemento. Latía, latían, latíamos, lo juro.

En la última canción los músicos bajaron del pequeño escenario, la gente corrió las sillas y ahí nomás les armamos un bailongo en la esma.

Senreíamos todos. Un poco golpeados, pero llenos de vida.
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sábado, 7 de junio de 2008

afuera

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tengo las llaves de una casa que no existe.

Adentro, dos mujeres preparan la cena para tres hombres sentados a la mesa.

Ellas miran sus cucharas, sus verduras, sus fogones.
Ellos, clavan sus afiladas miradas en ellas.

Afuera, la ciudad arde y nadie escucha su crepitar.
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viernes, 6 de junio de 2008

antes

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Antes le tenía miedo a ciertas palabras. Miedo a poner en medio de nosotros algunas palabras.
No sabía que eran tan elásticas, tan descaradas. Que recorren, que avanzan, que improvisan puntos de partida para lanzarnos más y más lejos.
No sabía que definen líneas de contacto, superficies sensuales sobre las que deslizar nuestros dedos curiosos.
Amarran con poderes sutiles y férreos tanto como sueltan, liberan, desgarran, olvidan incluso mucho más que uno que, a veces, no hace otra cosa que recordar una y otra vez la misma revuelta.

Ya alguien se había dado cuenta de que las palabras no alcanzan, que no sirven para decir todo lo que se necesita. Pero en el instante siguiente a tener conciencia de eso, también supo que su vacío es mucho, mucho peor.

Por eso es que me animo vitalmente (no fatalmente, y esto es toda una declaración) a poner palabras entre nosotros.
Porque son la espina dorsal donde nos enredarmos sabiéndonos juntos, y porque son nuesta puerta de socorro en medio del frío brutal con que acosa el silencio.
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jueves, 5 de junio de 2008

con la sonrisa prestada

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ayer, mientras sentía desde mi casa los festejos por los goles del que le ganaba a Boca, sea el que sea lo mismo da, pensaba que no está tan claro que es lo que nos une, pero es contundente lo que nos separa.

Hay, por ejemplo, aluviones de gente anti-boca, hay muchedumbres de anti-peronistas.
Si, ya sé, no es lo mismo. Uno es un juego, lo otro un grupo de poder. Sepa cada uno cuál es cuál.

Pero festejar derrotas ajenas es muy poco compardo a celebrar victorias propias. Es como no conocer más que los restos de la alegría. Y lo más horrible, envenena el alma.

No, todo esto no es por un club de fútbol. Ni por el animal vecino de enfrente que atraviesa la noche con sus gritos desaforados.

En tiempos de crisis, es hasta imprecindible saber en contra de qué está uno. Pero en tiempos de calma, es escuálido y opaco definirse por el lugar que no se ocupa.

Hay que animarse a la sonrisa propia, aunque haya costado lágrimas. La sonrisa prestada, además de efímera, es sólo una mueca dibujada con un cayon barato.
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