jueves, 17 de enero de 2008

Ses Salines

Las salinas son uno de esos lugares que se muestran a los amigos cuando van de visita a Ibiza.
Unos grandes piletones de tierra, de pocos centímetros de profundidad, que se inundan con agua de mar por unas pequeñas acequias, para que se evapore con el sol y deje la sal en el suelo. Después se la junta en montañas para ir sacándola en camiones.

Están cerca del aeropuerto, se ven desde el aire y también desde la sala de embarque, y se atraviesan, sobre un camino de tierra estrechísimo, para llegar a las playas que están del otro lado, como la nudista más famosa: es Cavallet.

Son realmente hermosas, llenas de reflejos de sol, con una bandada estacionaria de flamencos rosados de patas larguísimas y vuelos rasantes y la contundencia histórica además, de haber sido creadas por los romanos cuando ocuparon la isla.
Son una combinación de economía, historia y belleza juntas.

Ayer llegó a la playa de Ses Salines una patera (que son como los barcos que se dibujan en la escuela, madera nada más) con nueve africanos argelinos. Iban a Alicante, pero se perdieron por un temporal.
Empapados, muertos de frío y sed, al ser rescatados algunos fueron a parar al hospital y otros a la cárcel.
“Sólo vengo a trabajar, no me hagan volver” pedían.

¿Quién organizó el mundo de esta manera tan absurda?

Seguro que la economía y la historia, las muy déspotas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario