martes, 4 de diciembre de 2007

Esa volubilidad, esa vulnerabilidad

Patricia toma el tren a Leganés. Esos trenes no son como los que solía tomar allá, tan lejos. Todo acá habla de un cuidado casi obvio. Todo allá da cuenta de un abandono imperdonable.
Sube, se sienta y saca el libro. Desearía ser más vulnerable para dejarse atrapar por la lectura como antes. Hace tiempo ya que ningún autor logra engancharla durante horas.
Cierra el libro: es un buen día soleado de otoño y tiene ganas de mirar por la ventana.
Se siente bien; no piensa en nada en especial.
“Si no abro la boca, nadie sabría que soy extranjera”, piensa.
Deja de mirar hacia fuera y se concentra en la poca gente que hay en el vagón. A simple vista, la mitad no parecen españoles: moros, negros, centroamericanos casi todos. Hasta un par de rubios rubísimos de algún frío país del norte.
“Para contar la historia de Europa, inevitablemente van a tener que hablar de nosotros. Cada vez somos más.”
Sonrió.
“Para contar mi historia, alguna vez(esa vocación por la distancia), tendré que hablar de este tren a Leganés, sola, en esta tarde de otoño….”

No hay comentarios:

Publicar un comentario