lunes, 5 de noviembre de 2007

Golpe de suerte

En mi estresante trabajo tuvieron la maravillosa idea de conseguir un cliente en el Tigre, frente al puerto de frutos.
Generalmente no me gusta salir de la oficina (a menos que sea para ir a casa) porque el trato con la gente –los clientes son gentes- es una aventura de no siempre buen tránsito. Pero hoy, a la una de la tarde, agarré mis cosas y me fui rumbo al río.
Dos horas de viaje para leer y escuchar música y a las seis, después de dar la clase, me fui a instalar junto al agua esperando el atardecer, sacar unas fotos y más música, más lectura. Esto va a ser así, una vez por semana durante dos meses.

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…

Me gusta mucho sentarme a ver lagos, ríos, mares calmos como el Mediterráneo. No los de grandes olas, de fuerzas y urgencias. Prefiero los de pequeños movimientos constantes; esos que no dan seguridad sino descanso.

Un oleaje de olvido después de la ternura
Ofelia, Cólera buey, siempre Juan Gelman.

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