domingo, 28 de octubre de 2007

Nacho

Nacho es de una pieza. Está en armonía perfecta con sus seguridades y sus imprecisiones. Lo que cree, lo dice. Lo que piensa, lo sostiene. Duda a veces, pero se sujeta a esas dudas y las moldea, las acopla, las incorpora.
Me gusta mirarlo de lejos, mientras piensa, disfruta, conversa o ríe. Está ahí tan humano; es un puerto protector donde descansar.
En un sueño, lo vi como a un Rick Wakeman rodeado de pianos, con la precisión en sus dedos, el mundo en su mirada.
Soy uno de sus pianos y no quiero.
Tal vez ya no lo ame. Tal vez, aún un poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario