domingo, 16 de septiembre de 2007

que desperdicio de tiempo estar tan triste

Desde ayer, de vuelta de las tres incontroladas horas de siesta, siento como una especie de pesar sin causa. No me quedé inmóvil, no estuve sola, pero a pesar de los intentos, esa sensación rara me acompaña. Hasta las risas tuvieron ese velo gris.

Hoy, camino de vuelta a casa, mirando desde el colectivo la avenida Cabildo, empecé a imaginar un encuentro con él. Un él al que ví sólo una vez.
Una charla fantasma donde íbamos delineándonos con trazos de deseos, donde a golpe de palabras, aparecíamos el uno en el otro.
Sólo un hechizo de ternura en el corazón.

Creo que tengo un problema con las puertas.

Las puertas que se abren para seguir viviendo.
Las puertas que se cierran para seguir viviendo.

Teoría sobre Daniela Rocca, Cólera buey. Juan, siempre.

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