lunes, 30 de julio de 2007

Los lugares

Eso de estar aferrada a lo real (si es que la realidad es real) me llevó a pensar en los momentos en que no lo estuve.
Ejemplo obvio: cada vez que me enamoraba perdía sistemáticamente juegos de llaves y/o monederos. Pero esas veces no cuentan porque perder la cabeza no es del todo liberarse.
Lo mismo para esas épocas de estimulación artificial. Ya lo decía Federico Moura: “me puedo estimular con música o alcohol, pero se siente más cuando es con vos”

Un mejor ejemplo creo son esos lugares donde seguí siendo racional pero con mucho más aire, muchas más variedades de las que ofrece el colectivo de ida o vuelta del trabajo.

Hay tres lugares en el mundo donde al tiempo dejó de presionarme, de gritar “¡ahora!”, “¿donde?”, “¡cuando!”, “¡vamos!”
Tres lugares, en tres países de tres continentes diferentes.
Amalfi, Asuán y Villa Tunari. Italia, Egipto y Bolivia.
Muchas veces pienso en ellos y hasta que pasó Tunari callaba su presencia en mi vida por un prejuicio de no ser “la que viajó a Europa, ¡a Egipto!”
Ahora se que no es cuestión de plata, sino de ánimos. A todos nos pasa -tarde o temprano- eso de sentirnos libres y vivos en lugares tan ajenos.

Hoy solo quiero nombrarlos. En estos días que vendrán ya me sumergiré placenteramente en las sensaciones que me traigan la evocación para ustedes de cada uno de ellos.

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